PUIGCERDÀ - Gerona


CAPITAL EMBLEMÁTICA DE LA BAJA Y ALTA CERDANYA

Algunos hallazgos numismáticos en la zona donde se asienta Puigcerdà, así como la relativa abundancia de restos de la época romana, ibérica o incluso anterior en varias colinas de la comarca, dan a entender que el cerro en donde se asienta hoy la población podría haber sido ocupado desde época prehistórica. Denominado Monte Cerdano en el s.XI, su nombre derivó a lo largo de los siguientes siglos en Podio Cerdano o Podii Ceritani (según formaciones latinas) acabando catalanizándose, con la grafía en que se conoce hoy en día (Puigcerdà). Su significado, sencillo y claro, se refiere al monte que surge en medio de la llanura cerdana.

La teoría que Puigcerdà fue fundada el 1177 a partir de un documento donde el monarca cedía los terrenos para la construcción de la iglesia, resulta parcialmente rechazable, ya que en dicho documento, ya se habla de la existencia de una “villa”. Por lo tanto, parece obvio que la fecha de fundación debería recularse, sobre todo si se tiene en cuenta que hay materiales muy anteriores y que en el 1094 se documenta el castillo de Mont Cerdà en el testamento de Guillem Ramon, conde de Cerdaña, el cual legó a su hijo Guillem Jordà. Dado que se habla de castillo, cabe pensar que se trataba de una fortificación importante, en torno al que iría creciendo la nueva población.

El cariz estratégico del lugar y una extensión lo suficiente amplia para asentar una importante población, debieron ser los motivos por los cuales el monarca Alfonso I, el Casto, decidió habilitarla como nuevo núcleo que protegiera la frontera norte con menoscabo de otros lugares ya fortificados. Para conseguirlo se le concedió la capitalidad, así como numerosos privilegios que fueron directamente destinados a poblarla y a fortalecerla hasta convertirla a mediados del siglo XIV, en la sexta población del Principado en número de habitantes. Fue en aquel momento cuando le fueron adscritas las sedes administrativas tanto laicas como eclesiásticas.

Gracias al gran número de privilegios obtenidos, la Villa no sólo iría estructurando un gobierno propio, sino que también se favorecería el resto de elementos básicos para su crecimiento (como las concesiones reales de carácter social, económico, militar y defensivo. A partir de esta fecha, es decir 1182, también se inician las ferias en Puigcerdà y su mercado.

En este marco de protección, la nueva población logró un rápido crecimiento demográfico y comercial, llegando a convertirse en un núcleo básico en el aspecto poblacional, comercial y defensivo del interior del territorio, y de hecho, complementario al de la costa, asumiendo un importante rol en la concentración de los productos y su redistribución. Así, Puigcerdà, hacia finales del s.XIII, representaba para el pirineo occidental catalán, lo mismo que Perpiñán para la zona litoral.

Dentro de este contexto, se fue estructurando rápidamente, el conjunto de la sociedad. En el aspecto profesional sin embargo, se organizó en cofradías. Además, permitió el asentamiento de una importante comunidad judía y el establecimiento de distintas órdenes religiosas, tales como los dominico s, franciscanos y clarisas, construyendo conventos, algunos de los cuales de una magnitud de los mayores de Cataluña. Toda esta dinámica se desarrolló en una época de auge y entusiasmo que disfrutó Cataluña a lo largo de los siglos XIII y XIV. Hechos patentes de este dinamismo fue la rápida recuperación del incendio de 1280, el cual quemó gran parte de la villa o en los posteriores de 1319, 1379 y 1389. Posteriormente se creó la vagaría de Cerdaña con capital en Puigcerdà, la cual debería perdurar hasta el 1716 con la creación de una de nueva administración impuesta por Felipe V, primer Borbón que reinó en España. Dentro del mismo siglo XIII o poco después, se documentan por primera vez, elementos tan claves en la historia local como el estanque (1260) y la acequia, también conocido como canal real (1310) o el hecho de la integración del condado de Cerdaña al reino de Mallorca (1276) entre otros acontecimientos.

Este dinamismo, al igual que pasó en el resto del Principado, fue a la baja desde mediados del s.XV debido a las guerras y a los brotes de peste negra, además del terrible terremoto sufrido en 1428, que provocó una gran destrucción en toda la comarca. Pasado este período la villa volvió a reavivarse y continuó con su tradición comercial y de servicios, la cual ya no abandonaría más a pesar de los graves y continuos problemas.

Su situación estratégica, que le permite controlar dos importantes pasos pirenaicos como el de la “Perxa” y el del “Pimorent” y su preeminencia en el marco de esta zona, serían los motivos por el que, a partir del siglo XVI, se vería obligada a ser partícipe de un continuo ambiente bélico. Los ataques, los asedios y las acometidas por parte de las tropas francesas y españolas se convirtieron en un hecho habitual, puesto que era básico conquistar la villa para poder controlar la comarca, de tal manera que esta situación perduraría hasta la ocupación napoleónica. De los hechos con el francés derivarían con la partición entre España y Francia a raíz del Tratado de los Pirineo (1659-1660), con el asentamiento de la frontera en Puigcerdà. Además, y a lo largo de los siglos XVI y parte del XVII, otro elemento desestabilizador irrumpió con fuerza: el bandolerismo.

Son numerosas y continuas las noticias, no sólo de bandolerismo por la comarca, sino también de ataques a los castillos. Durante esta época, la villa se vería inmersa en una delicada situación económica derivada de los hechos comentados. Los enormes gastos por mantener el sistema defensivo, los continuos alojamientos de tropas, el mantenimiento de una red de espías y la situación de desconfianza generalizada no serían elementos estabilizadores en ningún sentido. Con todo, fue en estos siglos cuando se lleva a cabo la acuñación de moneda propia en distintas ocasiones.

En el siglo XVIII, ya de recuperación, tuvo que sufrir un grave ataque desde el punto de vista institucional, el cual afectó todo el Principado: el establecimiento de la monarquía borbónica, y con ella, la imposición de la administración castellana de los corregimientos y la pérdida de toda clase de privilegios y capacidad decisoria propia. Con el francés todavía habría roces, cosa que culminaría con la ocupación napoleónica entre 1812-1814, momento en que se convirtió en capital del “Departamento del Segre”, división administrativa impuesta por Napoleón.

En el resto del siglo XIX, la población vivió en medio del cambio de mentalidad política y se encontró involucrada en la guerra civil española entre liberales y carlistas que ocupó buena parte del mismo. En el lado liberal, vio como era asediada por los carlistas y ya en 1837 salir victoriosa, al igual que en el 1873 y 1874. Las resistencias serían tan notables que le valieron el reconocimiento del Gobierno estatal y de todo España, momento en el cual muchas ciudades decidieron poner el nombre de Puigcerdà a una de sus calles y el Gobierno lo puso en un barco de guerra del tipo monitor.

Antes de finalizar las guerras carlistas, ya se había iniciado la llegada de gente procedente de Barcelona que, con carácter de veraneantes, construyeron majestuosas “quintes”, casas-torre o también conocidas como “villas”, en la zona exterior del recinto amurallado. Ellos serían los pioneros del fenómeno que ha marcado definitivamente el talante de Puigcerdà y que se inició a partir de los años 80 del siglo XIX: el turismo.

Esta afluencia de veraneantes fue muy notable, no únicamente por el volumen de personas que hacían estancia en la villa, sino también por tratarse de un turismo compuesto básicamente, de industriales, políticos y gente del mundo de la cultura. En este marco es cuando florecen el “Casino Ceretà”, el Círculo Agrícola Mercantil, la Fiesta del Estany, los Juegos Florales y la prensa local, entre otras entidades, todo coincidiendo con el derribo de las murallas y el ensanchamiento de la población, sobre todo hacia el estanque, junto al que, en 1925, se inauguraba el parque Schierbeck. Dentro de este periodo hace falta reseñar, entre otras cosas, un hecho tan importante como la llegada del tren a la población en 1922, el cual habría de afectar y de manera directa, no tan sólo al turismo, sino también a otros aspectos sociales y económicos del conjunto de la comarca. Posteriormente y de manera especial, el año 1929 fue importante con la llegada de la electrificación y la conexión definitiva con la línea francesa La Tor de Querol-Toulouse-París.

En medio de este auge socioeconómico también se vio implicada la cultura, como lo demuestran las continuas visitas y tertulias de Narcís Oller, Jacinto Verdaguer, M.Alart, Santiago Rusiñol, Antoni Gaudí, Emmanuel Brousse, Isaac Albéniz y Enrique Granados, entre otros. Esta dinámica continuaría hasta la Guerra Civil Española de 1936-1939, que vendría a destroncar radicalmente el ritmo de una tranquila población que padeció el asesinato de un importante número de ciudadanos, a la vez que se llevaban a cabo un seguido de colectivizaciones. Finalizado este periodo, el ritmo cultural anterior desaparece y las mismas dificultades económicas del país en general y la nueva directriz política y cultural ahoga todavía más las posibles iniciativas locales.

De forma progresiva se recuperaría el turismo, el cual ahora ya no sería sólo de verano, sino también de invierno gracias al esquí, a la vez que a nivel interno Puigcerdà inició su singladura en el jockey hielo (1956) convirtiéndose en pionero en el Estado Español en esta práctica deportiva. Por otro lado, el 1969 el término municipal se ve agrandado con la anexión del municipio de Vilallobent.

A partir de estas fechas se irá absorbiendo una gran cantidad de inmigración del resto de provincias españolas, en especial del sur, a la vez que el turismo francés se haría cada vez más presente, al menos hasta principios de los 80. La llegada de la democracia fue un paso importante para la recuperación cultural, a la cual se ha de añadir, en distintos periodos, la económica, sobre todo estimulada desde el mundo constructivo al reclamar el turismo, nuevas residencias vacacionales, sin olvidarnos de las importantes obras de infraestructura realizadas a nivel cultural, social, deportivo y sanitario que se han ido sucediendo.

Actualmente Puigcerdà basa su riqueza en los servicios, el turismo y las industrias vinculadas a la construcción, todo manteniendo la capitalidad de la comarca bajo administración española y agrupando más de su 50% de la población.

SEBASTIÀ BONSOM ISERN
ORIOL MERCADAL FERNÁNDEZ

 

 

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MUSEO CERDÀ

Museu Cerdà - Puigcerdà

El antiguo convento del Sagrado Corazón, perteneció al orden de las Carmelitas descalzas o de clausura de Santa Teresa de Jesús hasta 1982. Este año, el convento dejó de hacer su función por razones de carencia de tranquilidad y vocaciones. Las obras de construcción del edificio básico conventual empezaron en 1880 y finalizaron en 1885, aun cuando en años posteriores el convento continuó su expansión con la construcción de la iglesia y del huerto. Hoy pertenece al ayuntamiento de Puigcerdà, realizándose actos en la iglesia, totalmente reformada. También se llevan a cabo diferentes muestras de temática diversa en las diversas salas. El Museo está actualmente catalogando y trabajando el fondo de objetos de que dispone, con el fin de poder preparar y abrir al público la próxima entidad museística en que contará Puigcerdà.


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